El reflejo "anti-dolor"
Para entender mejor este reflejo, lo ilustraremos con un ejemplo. Es fácil comprender qué sucede cuando sufrimos un esguince de tobillo. Los músculos encargados de estabilizar la articulación se contraen con el objetivo de "fijar y proteger" los ligamentos lesionados. Para huir del dolor, cambiamos el apoyo del pie y la forma de caminar. Todo ello se realiza de manera automática e inconsciente por el sistema neuromuscular. Con el tiempo, usted puede acudir a su fisioterapeuta por una lumbalgia. Quizás la causa de su dolor actual sea debido al reajuste que sus articulaciones tuvieron que hacer para caminar sin dolor cuando tuvo el esquince de tobillo.
Estas compensaciones que nuestro cuerpo realiza para evitar u ocultar el dolor, requieren una visión global de la deformidad y del síntoma. Bajo esta concepción y siguiendo el ejemplo anterior, no deberíamos únicamente tratar la consecuencia, es decir, el dolor de la espalda, sino también el buen apoyo del pie.